Y me marche... nos fuimos del lugar donde abite dejando atrás, todo aquello que viví y aquella gente que a mi paso, cada mañana salude y cada noche en mis sueños arrope. Atrás quedó la bulla... el bullicio y la música tempranera que obligaban a escuchar cada quien con su despecho, su ranchera, o su salsa a lo bien al horario que sus dueños se antojaran, aun si querían amanecer. Adiós, al chorrito de los perros estilando en la puerta de mi casa y bajando por el anden... Cuando ibas de salida, ya la caca en la puerta adornaba tu anden y ni modos te, tenias que devolver, a limpiar porque los dueños, los sacan a la calle a cagarse en el anden. Y, en mi nueva residencia con esto no lidiare, pero en toda parte hay algo que nos hace padecer. Pero lo que tengo claro, es que a mis viejos vecinos, nunca los olvidare.
Maye. |