En la oscura soledad de
la sabana.
Un pobre burro relinchaba
y en su triste relincheo
pregonaba, la inmensa
amargura que ser burro
le causaba.
Nadie lo miraba con cariño
como a un burro siempre
lo trataban.
¡Culpa no tengo, no quiero
ser un burro!
Pero burro nací y burro he
de morirme.
A mi compañera ayer me la
mataron, fue tanta la carga
que le dieron... que cayó
porque sus patas delanteras
se doblaron y al ver, que esa
burra era ya un estorbo, de
un disparo su cabeza
reventaron.
Y sus ojos miraban a este
burro, que impotente, nada
pudo hacer para salvarla por
ser burro.
Pero burro, más burro, fue
aquel despiadado, que la
mato, porque era
un burro.
Maye.
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