Una vez hubo una anciana
que murio del corazón...
había perdido el aliento
y fue perdiendo su sangre,
y sin fuerzas se quedo.
La pobre anciana, lo había
dado todo, su amor y su corazón
y como nada le quedaba
nadie la acompaño..., a su
última morada donde El
Señor, la acogio.
Su cuerpo lo dio a la tierra
y su alma, entrego a Dios
y en su tumba abandonada
solo quedan, una piedra y
una cruz, cuatro letras
la recuerdan..., solo eso
y nada más.
Maye.
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