Nuevamente el ocaso triste de un anochecer sombrío inunda el alma de un ser desesperado, que ansia, saborear la mil de esos labios sonrosados, de esa boca... boca loca, esquiva, lisonjera y mentirosa. Cuerpo de diosa, alma de demonio mente perversa... manos de seda, uñas como garras de fiera envenenada, destrozaste el amor que en bandeja de oro te brindaba. Vuelve al mundo loco donde un día te encontré. Igual que cabra, que al monte a de volver.
Maye.
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