Y, aunque pase mucho tiempo aun retumba en mi mente tu sonrisa encantadora
madre querida. Como aquella noche, en la cabaña feliz, tu reías y no parabas de reír y todos feliz contigo.
Yo miraba los cocuyos, que alumbraban
la parcela, la noche oscura y serena. Pero una mañana fría, te fuiste y no te volví a ver mas. Al sol le pregunte, si tu figura alumbro. A la luna, si acaso tus pasos los guió, al viento, si con su ayuda volaste lejos de aquí, a la lluvia si tu rostro lo
baño. Pero solo la tierra respondió... Aquí en mis entrañas guardo a quien buscas con afán. Y, desperté de ese sueño Ella, se había ido para siempre y no volvería jamas.
Se fue llevando un pedazo, grande
de mi corazón... y parte de la
alegría, que aun había
en el hogar.
Hoy ya nada es igual, porque ese
vació tan grande, nada lo
puede llenar.
Maye. |