Había una niña linda
en el centro de la plaza
implorando una limosna
para llevar a su casa
nadie en ella se fijaba
pues su cuerpo lo tapaba
y solo sus pies descalzos
dejaba, que el frió suelo tocara.
Una tarde, llego un hombre
de sombrero y alpargatas
y le dice... ¡¡dime niña!!
¿donde tus alas quedaron?
aunque tu belleza escondas
tu inocencia va saltando.
Maye.
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